Entonces, ¿qué? ¿estoy diciendo que soy sabio? (quid ergo? sapientem esse me dico?) No, señor (minime). (...) Ahora, hice aquello que es suficiente para mitigar todas las miserias (nunc, quod satis est ad omnis miserias leniendas), me di a seguir a hombres sabios (sapientibus me viris dedi), y no siendo todavía lo bastante fuerte para auxiliarme a mí mismo (et nondum in auxilium mei validus), corrí por refugio al campamento de otros (in aliena castra confugi), de unos que ciertamente se protegen fácilmente a sí mismos y a sus seguidores (eorum scilicet qui facile se ac suos tuentur). - (Séneca, Consolación a Helvia 5, 2)
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