Nos asombramos ante las injusticias cometida por el hombre porque pensamos que el hombre es lo más valioso del universo y que no hay nada más sabio que él. Pero esto no es así. El hombre ocupa una posición intermedia entre los dioses y las bestias, y se inclina más hacia los unos o más hacia las otras, de manera que unos se vuelven parecidos a dioses, mientras que otros viven como bestias, y todavía otros, el mayor número, se sitúan en medio. Los hombres que se portan mal y se acercan con su comportamiento a los animales irracionales y a las bestias salvajes maltratan a los hombres que están en la posición intermedia y se imponen a ellos con violencia, incluso si estos últimos son superiores. Si estos se dejan dominar por seres inferiores es porque, en cierto modo, ellos también son inferiores. Todavía no son gente de bien, y no están preparados para no tener que soportar esas actitudes violentas.