Cuando alguien preguntó a Epicteto cómo podía hacer que su hermano dejara de enfadarse con él, contestó : “La Filosofía no pretende asegurar para el hombre ninguna posesión externa. Si no, sería emprender algo que queda fuera de su materia apropiada. Porque tal como la madera es el material del carpintero y el bronce el del escultor, así la vida de cada hombre es la materia del arte de vivir”. -“Entonces, ¿qué hay de la vida de mi hermano?” -“También esa es la materia de su propio arte de vivir. Pero con respecto a tu arte de vivir, la vida de tu hermano cae dentro de la categoría de las cosas externas, como las posesiones, la salud o la buena reputación. La Filosofía no promete ninguna de estas cosas, sino más bien, ‘En toda circunstancia guardaré el principio gobernante en un estado de acuerdo con la naturaleza.’ -“¿El principio gobernante de quién?” -"De aquél en quien yo soy." - “¿Cómo, entonces, voy a impedir que mi hermano se enfade conmigo?” -“Tráelo aquí y se lo diré a él, pero no tengo nada que decirte a tí sobre el tema de su enfado”. (Epicteto, Discursos I.15)