Sócrates : Yo en mi estupidez imaginaba, en efecto, que era necesario decir la verdad de las cosas de las que se hace un elogio [...] Pero, de hecho, por lo que parece, esta no es la buena manera de hacer el elogio de una cosa. Más bien hay que dotar al ser en cuestión de las cualidades más grandes y hermosas, tanto si resulta que las tiene como si no. Incluso si no las posee, no tiene ninguna importancia [...] Imagino que por esta razón en vuestros discursos removéis el cielo y la tierra a fin de dotar al amor (Eros) de todos los atributos, y proclamar todas las excelencias de su naturaleza y la importancia de sus beneficios, y de esta manera hacerlo aparecer lo más hermoso y lo mejor posible -- ante los ignorantes, por descontado, pero de ningún modo, imagino, ante quienes saben a qué atenerse.