Sócrates : Si Eros, como es efectivamente el caso, es un dios o es algo divino, no puede ser algo malo. Ahora bien, los dos discursos que se han pronunciado sobre él, lo han presentado como algo malo [...] Me toca, por tanto, amigo mío, purificarme y someterme a una expiación.
[...] Supongamos, para entendernos, que haya alguien de carácter noble y bondadoso, y que sea o haya sido el amante de otra persona con las mismas cualidades. Si nosotros declaramos que los que aman se dejan llevar por la agresividad por motivos frívolos, que son celosos de las personas a quienes aman y que las perjudican más que otra cosa, esa persona noble y bondadosa creerá, supongo, que nos referimos a gentes criadas entre marineros, que nunca han visto cómo es el amor digno de un hombre libre, y no estará, ni mucho menos, de acuerdo con nosotros en los reproches que hacemos al Amor. - Fedro : Por Zeus, es muy posible, Sócrates.
Sócrates : Pues bien, ahora siento vergüenza delante de ese hombre, y además tengo miedo del propio Eros. Deseo pronunciar un discurso que sea como agua potable, que me permita, por así decir, limpiarme la boca y quitar el sabor de sal que ha dejado en ella el discurso anterior.