Si no te vuelves feo, no te abandonaré

«Sócrates: De ahora en adelante, si tú no dejas seducir por el pueblo ateniense y no te vuelves [en consecuencia] feo, yo no te abandonaré. Porque lo que más temo es que, habiéndote enamorado del pueblo, te dejes corromper. Esto les ha sucedido ya a muchos hombres buenos en Atenas. En efecto, 'el pueblo ateniense de gran corazón' tiene un aspecto hermoso, pero es necesario desvestirlo para verlo bien. Toma, pues, las precauciones que te aconsejo». (El traductor comenta este pasaje diciendo: "Platón no considera que el afán de poder, la demagogia y todos sus excesos sean consentidos libremente, sino que son patologías de las que los gobernantes son siempre las víctimas". - J. F. Pradeau, Plato, Alcibiade, GF Flammarion).

Tu quoque si vis

Tu quoque si vis
Lumine claro
Cernere verum,
Tramite recto
Carpere callem,
Gaudia pelle,
Pelle timorem
Spemque fugato
Nec dolor adsit.
Nubila mens est
Vinctaque frenis,
Haec ubi regnant.

Si también tú quieres / Con vista clara / Ver la verdad / Correctamente / Coge el camino: / Aleja el placer / Aleja el temor / Aleja expectativas / Para que no haya dolor. / La mente queda oscurecida / Y retenida por frenos / Cuando estos reinan. - (Boecio, Consolación de la Filosofía I, 7)

Platón, primera lectura rápida

  1. Eutifrón
  2. Apología de Sócrates ***
  3. Critón **
  4. Hippias Mayor
  5. Hippias Menor
  6. Alcibíades ***
  7. Cármides
  8. Lisis ***
  9. Laques *
  10. Eutidemo
  11. Gorgias ***
  12. El Banquete (Symposium) ***
  13. Fedro ***
  14. Fedón ***
  15. Parménides ?!
  16. Teeteto ***

Sine deo nemo bonus

Dios esta cerca de ti, está contigo, está dentro de ti (prope est a te deus, intus est, tecum est). Lo que quiero decir, Lucilio, es (ita dico, Lucili) : un espíritu sagrado reside en nosotros (sacer intra nos spiritus sedet), observador y custodio de nuestras buenas y malas acciones (malorum bonorumque nostrorum observator et custos). Exactamente tal como nosotros lo tratamos (hic prout a nobis tractatus est), así nos trata a nosotros (ita nos ipse tractat). De hecho, ningún hombre puede ser bueno sin Dios (bonus vero vir sine deo nemo est). ¿O es que puede alguien elevarse por encima de su suerte, si no es con su ayuda? (an potest aliquis supra fortunam nisi ab illo adiutus exurgere?).

(Séneca, Cartas a Lucilio, XLI)

Dos dilemas clásicos

Un dilema clásico es : «O bien Dios tiene el poder de impedir el mal, pero no quiere, o bien quiere, pero no puede.» En el primer caso Dios no sería bueno, porque puede, pero no quiere impedir el mal; y en el segundo caso no sería omnipotente, porque quiere impedir el mal pero no puede.

Pero, ¿no es perfectamente posible que alguien pueda, no quiera, y sea bueno al mismo tiempo? Después de todo, que nosotros pensemos que alguien no es bueno solo porque esa persona no hace lo que *nosotros* queremos, o lo que *nosotros* pensamos que es lo correcto, no es razón suficiente. Por ejemplo, un niño puede pensar que su padre es malo solo porque no cumple todos sus caprichos, pero esto no significa que su padre sea malo en realidad.

Objeción: ¿Qué buen padre permitiría a su hijo sufrir pudiéndolo evitar? Respuesta: Uno que quisiera permitir que sus hijos experimentaran las consecuencias de sus propias acciones.

Otro dilema clásico es:

Si quidem Deus est, unde mala?
Bona vero unde, si non est?
Si un Dios existe, ¿de dónde viene el mal?
Pero, ¿de dónde viene el bien, si no existe?

Medicinae tempus

"Es hora de medicina más que de lamentos", dijo [la Dama Filosofía] (sed medicinae, inquit, tempus est quam querelae) (...) "¿No me reconoces? ¿Por qué no dices nada? (agnoscisne me? quid taces?) ¿Es por vergüenza que callas, o por aturdimiento? (pudore an stupore siluisti?) Preferiría que fuera por vergüenza, pero veo que es aturdimiento lo que te aflige (mallem pudore, sed te, ut video, stupor oppressit)". Y viendo que yo seguía, no solo callado, sino completamente mudo y privado de palabra (cumque me non modo tacitum sed elinguem prorsus mutumque vidisset), movió su mano suavemente a mi pecho (ammovit pectori meo leniter manum et), y dijo: "No está en serio peligro, solo sufre de letargia (nihil, inquit, pericli est, lethargum patitur), la dolencia común de las mentes engañadas (communem illusarum mentium morbum). Se ha olvidado por un momento de su verdadero ser (sui paulisper oblitus est). En cuanto me reconozca, se recuperará fácilmente (recordabitur facile, si quidem nos ante cognoverit). Y para que pueda hacerlo (quod ut possit), limpiemos ahora un poco sus ojos, velados como están por la nube de las cosas mortales (paulisper lumina eius mortalium rerum nube caligantia tergamus)". Diciendo esto, y con su vestido recogido en un pliegue, secó mis ojos, que estaban bañados en lágrimas (haec dixit oculosque meos fletibus undantes, contracta in rugam veste, siccavit). - (Boecio, Consolación de la Filosofía I, 2)